jueves, 3 de diciembre de 2015

Críticas al romance juvenil



Hola ¿Cómo están? Hace unos días leí el libro Divergente, de Verónica Roth, y me dejó con el pecho cargado de sentimientos opuestos. Por un lado, entendí por qué a tanta gente le gusta: tiene capítulos cortos, con un vocabulario simple y prácticamente la misma forma de narrar los acontecimientos que Los juegos del hambre (fueron traducidos al español por la misma persona). Pero también me quedé con el sentimiento de que no valió la pena gastar tanto dinero en él, y mucho menos en gastar más para leerme la saga completa.

Me explico.
La idea del libro me pareció buena, y aunque me resultó algo tedioso leer sobre las pruebas de iniciación (que si ponemos de lado la parte en que saltan de trenes o edificios, no pasan de unos muchachos practicando patadas con bolsas de arena), debo admitir que sentía curiosidad por como estos sucesos podían desembocar en una guerra (que no es spoiler, pues si es una distopía, algo tenía que andar mal en esa sociedad). Las últimas cien páginas fueron geniales, pero el final (que además es abierto, porque la historia sigue), no me terminó de convencer.
El detalle que para mí lo arruinó, tiene que ver con la trama de romance que se desarrolla a lo largo de la novela:
La chica tímida, algo feúcha, que no tiene experiencia en el amor y que se enamora del tipo musculoso por el que todas babean. Su amor no tiene ninguna razón de ser, salvo por el hecho de que, cuando él la toca, una electricidad le distorsiona todo el cuerpo. Este chico, aunque es guapo y podría tener a cualquier mujer, también se enamora de la chica tímida y un poco feúcha. No es por caridad, sino que, inexplicablemente nunca había conocido a una mujer como ella. Después, empiezan a besarse en cualquier momento (no importa si acababa de morir su mejor amigo), de forma tan apasionada que casi terminan teniendo relaciones sexuales, pero que no se concretan porque se supone que es muy pronto, o porque simplemente a la autora se le antojó.
Lo que me molesta no es el romance en sí (ustedes saben que no solo leo, sino que he escrito historias de amor); o que exista tensión sexual, porque es un detalle vital para historias del genero, y criticarlo sería como decir que un cuento es malo porque tiene planteamiento, nudo y desenlace; lo que no me gusta es la falta de razón de ser, aparte de que la protagonista está llena de hormonas.
Además, Divergente es una historia de aventuras, que plantea algunas críticas a la sociedad. ¿Por qué iba a tener sí o sí una historia de amor? ¿Es que no pueden convivir un chico y una chica sin terminar de novios? ¿Tan básicas son las relaciones entre hombres y mujeres?
De esto se desprende otro detalle criticable: los triángulos amorosos. En divergente (al menos en el primer libro, porque no se en los demás), no habían. Tampoco me parecen malos por si mismos, son otro recurso argumental disponible a los escritores, y atractivo para los lectores. Lo que sí me parece mal es cuando se abordan de la misma manera, cuando a la chica se le alborotan las hormonas por un chico y después por otro, y después está indecisa.
Una historia con un correcto triangulo amoroso, es Los juegos del Hambre. Tanto si hablamos de Peeta como de Gale, ambos eran conocidos de Katniss, y marcaron realmente su vida, aun desde años antes que empezara todo el rollo de Los juegos: existen razones contundentes por los cuales la protagonista podía enamorarse de uno u otro, no por las hormonas. Algo que también me gusta, es que la protagonista tampoco es que le dé mucha importancia al tema del amor, y de hecho termina enamorándose casi por obligación, porque tanto su vida como la de sus pretendientes dependían de ello. Además, el asunto del amor es secundario, y no entiendo a esas chicas (porque sí, no conozco a un lector varón que se hiciera la misma pregunta) que discuten si Katniss tendría que haberse quedado con Gale o con Peeta.
¿En serio fue lo único que les transmitió la historia?
Cuando yo acabé Sinsajo, que es el tercer libro, estuve horas dándole vueltas a todos los acontecimientos de la saga, tratando de entender el significado nuevo que le daban los sucesos finales. De hecho recuerdo (sí, ya sé que me salí un poco del tema), que el libro de Sinsajo no me estaba gustando, pues si bien tenía acción, sentía que a la trama le faltaba algo, que la saga no podía terminar de la manera burda en que se venía pintando. El final no solo fue increíble, sino que me hizo reconsiderar todo lo que leí del libro, y darme cuenta de que esa sensación probablemente fue inducida a propósito por la autora. Por eso me encantó.
Volviendo al tema del romance juvenil, quiero aclarar que este post no es una crítica a las historias de romance, sino que es la expresión de un deseo. Me gustaría que los libros juveniles dejen de ofrecernos más versiones del romance entre Edward Cullen y Bella Swan, porque ese ya apareció en Crepúsculo. El amor no se trata solo de manos sudorosas y vientres que se contraen llenos de mariposas. Tiene tantos matices como personas hay en el mundo, y sería genial que los libros empiecen a reflejarlos.

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