lunes, 30 de marzo de 2015

Inesperado


Hola ¿Cómo están? Hoy va el capitulo doce de La princesa valiente. Espero que les guste.

12
Inesperado

Los labios de James se juntaron a los míos y yo perdí el control. Cerré los ojos, hundí las manos en su cabello y lo retuve mientras nuestras lenguas se enredaban. Disfruté de la humedad de su boca inundando la mía, de la seda en sus labios. Ni siquiera supe como terminé de espalda a la pared: el mundo no existía más allá de sus brazos, que pegaban mi cuerpo al suyo.
Sabes, este fue mi primer beso— le susurré, cuando nos separamos a respirar. El chico me abrazó con más fuerza y hundió su rostro en mi cuello. Le acaricié el mentón y lo atraje de nuevo a mi cara.
Cuando tenía la edad de Marian, soñaba con ese momento. Me recostaba en la cama y me tocaba los labios, preguntándome como se sentiría besar a un chico. Eran los sueños de una niña que creía en el amor verdadero.
Al crecer, el significado de ese beso cambió. Sabía que mi padre no me permitiría tenerlo hasta el día de mi boda, y ese beso sellaría un destino que me asustaba. Un beso para condenarme a una vida de servidumbre a un desconocido, para criar hijos que serían fruto del deber, no del amor.
Sin embargo, esa noche estaba ahí, en la penumbra, recibiendo un beso apasionando de alguien a quien llegué a querer. La lengua de James enredándose a la mía cambió mi destino para siempre.
Un sonido me puso los nervios de punta. Fue como si alguien abriera un armario repleto de objetos y todo se le viniera encima.
¿Qué fue eso?— pregunté.
Suena como un gato revolviendo la basura— dijo James, escudriñando la oscuridad del callejón. Le apreté los hombros, ansiosa.
¿Qué tal si nos vamos y continuamos en otro lado?— pregunté.
Volvió a oírse el sonido. James se soltó de mí y se internó más en el callejón. La tapa de un basurero rodó hasta sus pies y la recogió.
¡Cuidado!— grité.
Una silueta enorme se lanzó encima James y lo aplastó contra el pavimento.
Me quedé petrificada. El león abrió las fauces, chorreando saliva sobre James. Él se escudó con la tapa del basurero y se la metió en la garganta. La bestia se contorsionó. James se arrastró de espaldas y corrí a ayudarlo.
¡Madeleine!— gritó.
Un par de brazos de hierro me levantaron por el aire. James cargó con los puños apretados y caí al suelo. Una espada salió de su funda.
El hombre de la armadura me dio la espalda y soltó una estocada contra James, obligándolo a retroceder. Me levanté y lo embestí con todas mis energías, de manera que se tambaleó. James le apretó el brazo contra la pared y lo desarmó.
¡Corre!— gritó. Dio un cuchillazo a la cara del león, deteniendo en seco su ataque, y me tomó de la mano.
Nos alejamos del callejón. En las calles, la gente se sorprendió al ver a James corriendo con una espada. Miré hacia atrás: el caballero nos siguió, pero su armadura le impedía correr. Reconocí su emblema.
Es un guerrero de Starivia— dije.
¿Estás segura?
Hay un dragón dorado estampado en su pecho.
Llegamos al estacionamiento. Me detuve a respirar mientras James encendía la motocicleta.
¡Rápido!— lo apremié. Una gran silueta alada aterrizó en la entrada del estacionamiento. Contuve el aliento al ver que se trataba del león.
Sostente— dijo James. Accionó el acelerador a fondo y condujo la motocicleta directo a la bestia. La espada fue un relámpago sobre el lomo del león.
Apenas esquivamos un coche que venía por la calle, nos internamos entre los edificios de Londres. Cuando me volví, noté las horrendas alas del monstruo.
Esa cosa nos sigue— grité.
Lo sé.
James hizo un movimiento brusco y llevó la motocicleta por una calle muy angosta. Al final, había un parque rodeado por una reja.
¿Qué haces?— pregunté. James paró la moto solo en la rueda trasera y arrasó el portón. Siguió con el acelerador a fondo entre los árboles. Una vez bajo su cobijo, apagó el motor y nos quedamos a oscuras.
No podemos seguir en la motocicleta— dijo—. Esa cosa la oirá a kilómetros.
¿Y qué hacemos?— pregunté. Bajé del vehículo y un escalofrío me recorrió el cuerpo. James escrutó los alrededores.
Tenemos que ser sigilosos— dijo—. Cerca de aquí hay una entrada del metro.
Nos tomamos de la mano y corrimos hasta el borde opuesto del parque. No sé cuando perdí los tacones, pero lo noté al trepar la reja.
¡Cuidado!
James me apartó de un empujón. Cruzábamos la calle cuando la bestia se nos echó encima. Caí al suelo y el león siguió de largo.
No te acerques— grité.
James caminó hacia el monstruo con la espada en alto. El león se paró en la mitad de la calle y lanzó un rugido espeluznante. Tenía un rostro horrible, parecido al de una persona, pero con fauces rebosantes de afilados dientes de punta. Se acercó a James con sus alas de murciélago extendidas, arañando el suelo con las garras.
Una luz blanca lo iluminó de costado, el león apenas tuvo tiempo de ver a la camioneta que lo atropelló. Hubo un grito de dolor, un chirrido de neumáticos y sangre volando junto a trozos de metal.
La bestia quedó tumbada bajo el vehículo. Antes de que pudiera reponerse, James se acercó y le enterró la espada en el cuello.
Era el final. Fui hasta el chico y lo abracé.
¿Están bien?— preguntó una voz conocida. Mi tía se bajó de la camioneta.


Gracias por leerme. La verdad es que estoy desenganchado de esta historia, porque quiero olvidarme un poco de lo que escribí para poder corregirlo con otros ojos, cuando llegue el momento de la reescritura. Ahora estoy con la mente en dos proyectos: armar la trama para una próxima historia, y reescribir mi primera novela. Espero avanzar en uno y otro en esta semana de vacaciones.
¿Alguien sabe cómo se llama el monstruo que atacó a Madeleine? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden seguirme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha ¡Nos vemos!

viernes, 27 de marzo de 2015

¿Cuántas páginas debe tener una novela?



Hola ¿Cómo están? El martes pasado empecé a leer Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell y recordé que quería hacer una entrada sobre el tema de la cantidad de páginas de una novela, porque ¿Cuánto es el ideal?
Siempre he escuchado que las editoriales en mi país no admiten libros que sobrepasen las doscientas páginas. Eso se debe a la relación costo-beneficio. Cuanto más largo el libro, más cuesta imprimirlo. Eso significa que el libro será más caro en el mercado, y eso, en Uruguay, es condenarse al fracaso. En mi país, la gente lee poco, y de ese poco de gente, solo una porción lee autores uruguayos.
Ese último es un tema que amerita una entrada propia, porque es un poco paradójico. Por ejemplo, yo no leo autores uruguayos. No porque en mi país no existan buenos escritores, sino porque las novelas que se publican rayan entre lo aburrido y lo conformista. ¿Qué fantasía hay en los contenedores que se desbordan de basura en cada esquina de Montevideo? ¿Se puede enamorar alguien en uno de los autobuses del transporte metropolitano, que más parecen camiones de ganado? Seguro que en mi país hay escritores que comparten esa visión y tienen ideas innovadoras; pero como son pocos los que leen autores uruguayos, los que tienen oportunidad de publicar son pocos, y estos están girando siempre en la misma idea de conformismo. Conformismo que aleja a muchos lectores de esos títulos, manteniendo el círculo en movimiento. Los únicos escritores uruguayos que proliferan, son los que escriben una entrevista a Mujica o los que cuentan su propia experiencia en el mundial de Sudáfrica 2010 (WTF?).
Pero dejando a un lado la crítica y volviendo al tema de la entrada de hoy, quiero decirles que el número de páginas en una novela me obsesionó por mucho tiempo. Yo siempre preferí la novela al cuento, y cuanto más paginas, mejor. Adoro esos libros con muchos personajes y en los que hay de todo: romance, acción, suspenso… Por eso, cuando empecé a escribir, soñaba con crear una novela que llegara a las seiscientas páginas. De hecho, todavía es una de mis metas. Pero no es algo que me quite el sueño.
Creo que es natural preocuparse por el número de páginas que escribes, pero no puede ser la prioridad del escritor. Un escritor tiene que contar algo, y el número de páginas o palabras (que es un método de medición más certero, puesto que el número de páginas puede variar según la edición que se le dé al texto), debería estar entre las inquietudes menos importantes, a la altura de el tipo de letra que usará en el procesador de texto (hubo un tiempo, cuando escribía la primera novela que terminé, que cambiaba la fuente cada vez que iniciaba un nuevo capítulo: era una forma de darle una pincelada distinta a la hora de la escritura).
Porque es así: si una historia es buena, un lector la apreciara tanto si tiene dos párrafos, como si ocupa un bloque de mil páginas.

Un ejemplo de que la brevedad no es mala:

El principito, de Antoine de Saint- Exupéry; es una historia profunda disfrazada de cuento infantil.



Un ejemplo de que mil páginas no asustan a un lector:

Tormenta de espadas, de George R.R. Martin; mi edición es enorme, tiene unas mil cien páginas (sin contar apéndices y mapas) y es el tercer volumen de una saga que por ahora tiene cinco libros. Sin embargo, yo no conozco a nadie que no haya terminado ese libro con el corazón en la boca, pidiendo conseguir el libro que le sigue.



Por supuesto, existen ejemplos de lo contrario: libros que son demasiado largos y libros que terminan antes de lo que deberían. Una bruja entre tinieblas y el tesoro del rey vampiro era un ejemplo de lo primero. Conseguí escribir cuatrocientas páginas, que habrían sido el doble si la hubiera terminado como esperaba, pero son páginas tan aburridas que ni yo mismo soy capaz de leerlas.
Hasta aquí la entrada de hoy. Quería hablarles de este tema porque el libro de Lo que el viento se llevó tiene casi mil páginas y ya estoy viendo que me tomará un mes acabarlo. No por esto, ni porque la historia sea aburrida (por ahora me está encantando), sino porque tiene letra ultra pequeña y siento que me voy a quedar bizco.
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miércoles, 25 de marzo de 2015

5 Libros que no terminé de leer


Hola ¿Cómo están? Hoy voy a hablarles sobre libros que no pude terminar de leer. Creo que a todos nos ha pasado, que la lectura de un libro en específico se vuelve una carga. Por lo general trato de seguirlos aunque me duela, pero no siempre puedo. Eso no quiere decir que estos libros sean malos, o que no los recomiende. Pienso que son libros que no me llegaron en el momento adecuado. Los dejo con la lista.

  1. Crepúsculo, de Stephenie Meyer


Leí exactamente la mitad. En realidad no me resultó aburrido: lo abandoné por culpa de George R.R. Martin. Resulta que este libro lo empecé cuando acabé Choque de reyes, el segundo volumen de la saga Canción de hielo y fuego, y en cuanto conseguí Tormenta de espadas, lo abandoné. No fue el único, porque también estaba leyendo Corazón de tinta, de Cornelia Funke. La única diferencia es que Corazón de tinta lo leí completo a los pocos meses, mientras Crepúsculo me quedó para atrás.
El problema es que vi las primeras dos películas. La uno no estuvo mal, pero la segunda me pareció más de lo mismo, y eso me desalienta. Pensar en lo que son los personajes, o en lo materialista que me parece la historia por eso de que los vampiros conducen los automóviles más caros y viven en una mansión (o que, según narra el propio libro, Edward llega al colegio como alguien que acaba de filmar un comercial de champú) no me ayuda a decidirme. Aún así, me gustaría retomarlo en un futuro, porque siento que es un libro que debo leer. Por algo tiene tantos seguidores y, si bien puedo estar en desacuerdo con el mensaje, debe tener algún valor literario ¿no?

  1. Ángeles Negros, de Karleen Koen


Este libro ocurre en la época de la Restauración Inglesa. La verdad es que pensando en él, no sé por qué lo abandoné. Creo que fue porque venía de leer varios libros pesados, y necesitaba otro tipo de lectura. Este lo pedí en la biblioteca, así que puedo volver a tomarlo cualquier día de estos, y tal vez lo haga.

  1. Mi enemiga la reina, de Victoria Holt


Habla de la reina Isabel de Inglaterra. Es el libro que estaba leyendo hasta hace un par de semanas, y creo que tengo la misma excusa que para el anterior. No es un mal libro, pero la verdad es que tantas descripciones de vestidos y de fiestas de la realeza me exasperaron. Por lo general me gustan cuando son motor para algo más, pero me aburre cuando son el centro del asunto.

  1. El mensaje, de Nicholas Spark


A este libro también se lo conoce como El mensaje en la botella, y tengo entendido que hay una película protagonizada por Kevin Costner. La idea de la historia estaba interesante, pero no es un libro para mí. Me costaba encontrar algún punto de identificación con los personajes, y un día me dije “No puedo seguir leyendo esto”. Trata de una mujer que encuentra una carta romántica metida en una botella y arrojada al mar. Quizás lo retome en algún momento, pero no creo.

  1. La vida de Pi, de Yann Martel


Este libro tengo muchas ganas de leerlo, porque lo poco que leí me quedó grabado a fuego en la mente. La culpa de que no lo siguiera, es otra vez de George R.R. Martin. Después de Tormenta de espadas, me senté a leer La vida de Pi, pero en cuanto conseguí Festín de cuervos… Cuenta la historia de un muchacho que naufraga en una balsa con unos animales salvajes, entre ellos un tigre. Me gustaría retomarlo en un futuro, antes de que por algún motivo vea la película. Entonces será tarde.

Hasta aquí la lista. ¿Leyeron alguno de estos libros? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden seguirme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha ¡Nos vemos!

lunes, 23 de marzo de 2015

Fugitivos


Hola ¿Cómo están? Hoy va el capítulo once de La princesa valiente. Si todavía no lo saben, estoy feliz porque el viernes terminé de escribir esta novela. Todavía faltan varios capítulos para llegar, pero sigan adelante porque el final les va a encantar. Ahora sí, a leer.

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Fugitivos

Pasé la semana tomando fotografías. Esa noche hice una cartelera y me acosté a mirar las caras sonrientes de Lorena, de Marian y James. Vi la foto que nos tomé a Alison y a mí, preparadas para aplastar en voleibol a todos los chicos de la clase, e incluso una de Brittany con el ceño fruncido. Si algún día volvía a Dermorn, no quería olvidar a nadie.
Justo caía presa del sueño cuando un golpe me sobresaltó y volví la cabeza, con la mano en el pecho. Una silueta se recortaba en mi ventana.
¿Madeleine? ¿Estás despierta?
¿James?— abrí las cortinas y lo vi, agarrado al marco—. ¿Qué haces aquí?
¿Me dejas pasar?— sonrió—. Esto está un poco resbaloso…
Di un suspiro. Destranqué la ventana y la abrí de par en par. Tomé el brazo de James y lo ayudé a entrar.
Gracias…— dijo, quitándose el polvo de la ropa. Llevaba una chaqueta de cuero y botas bastante largas que apretaban las mangas de su vaquero. Sacudí la cabeza, intentando aclarar mis pensamientos.
¿Te das cuenta de la hora?— dije—. ¿Qué demonios hacías en mi ventana?
Vine a invitarte a salir.
¿A esta hora?
¿Qué te pasa? Una princesa debería estar acostumbrada a situaciones como esta.
Me agarré la cabeza.
¿A dónde quieres ir?— pregunté.
Quiero llevarte a bailar.
¿Contigo?
¿Con quién más?— James sonrió—. ¿Te gustaría?
Claro, pero…
¿Pero…?
Mi tía se enojará si nos oye— dije, empujando a James hacia la ventana—. No quiero que me encuentre con un chico en la habitación.
Pensé que estabas cansada de hacer lo que otros te dicen…
Me detuve. Miré sus ojos azules y la sonrisa que dibujaba en el rostro, anaranjado a las luces del alumbrado público. Fui consciente de mis manos apoyadas en su pecho y me sonrojé.
Estás loco ¿lo sabías?— me separé de James y caminé hacia el armario—. Nos vemos todos los días en el colegio. ¡Pudiste invitarme antes!
No habrías aceptado— dijo él. Saqué a la luz una percha con mi mejor vestido: era violeta, apenas tan largo para cubrir mis rodillas.
¿Puedes voltearte?— pregunté—. No quiero que me veas mientras me preparo.
¿Significa que vendrás?
¿Tengo otra opción? Jamás te irás si no lo hago…
Me puse el vestido y fui al baño para maquillarme en paz. Procuré tardar lo más que pude, como venganza.
¿Lista?— preguntó él. Tomé un lado del vestido y di una vuelta.
¿Necesitas un balde para baba?— me reí. Caminé hacia la ventana y mire abajo—. ¿Cómo subiste hasta aquí?
No pensarás salir por la ventana ¿o sí?
No tengo la llave de la tienda— dije, cruzándome de brazos—, y tampoco quiero molestar a mi tía.
¿Por qué tienen que complicarlo todo las mujeres?— James enhebró una pierna a través de la ventana y, con los dedos cerrados en el marco, me miró—. Yo bajo primero y luego te atrapo ¿vale?
No tuve tiempo de protestar. James sacó todo el cuerpo al exterior y se colgó del alfeizar. Asomé la cabeza por la ventana y se dejó caer. Ahogué un grito cuando lo vi aterrizar con el trasero.
¿Estás bien?— pregunté.
Si— dijo, limpiándose el vaquero—. Ahora te toca. Arrójate y yo te atrapo.
¿Seguro de que es buena idea? Yo puedo…
No protestes, confía en mí.
Me mordí el labio y, con los tacones en las manos, me paré en el alfeizar.
Aquí voy— dije. Cerré los ojos y me dejé caer. Los brazos de James se cerraron en torno a mí. Un segundo después, estábamos los dos en el suelo, abrazados.
Tienes un rico perfume— dijo James.
Es el que usa mi tía— sonreí. Me levanté y me coloqué los tacones antes de subir a la motocicleta de James.
Dejamos la maquina en un estacionamiento y seguimos caminando. No supe en qué zona Londres estábamos, pero las calles eran muy transitadas. Había varios restaurantes abiertos y los clubes nocturnos hervían de personas.
Hicimos fila en uno y esperamos. Reconocí el primer problema.
No dejan entrar a menores— dije a James.
¿Qué edad tienes?
En realidad, diecisiete. Según mi identificación, dieciséis…
No se la pide a todos— me tranquilizó James—. Por lo general, no les ponen muchas barreras a las chicas. Incluso pagas la mitad de la entrada.
Nos tomamos de la mano y nos acercamos a la puerta. El fortachón que la custodiaba interpuso un brazo.
Identificación— pidió.
James le entregó la suya y este la miró. Como no encontró nada fuera de lugar, se la devolvió. Íbamos a seguir cuando el hombre volvió a cerrarnos el paso.
¿Qué hay de ti, muñeca?— me dijo.
¿A quién le dices muñeca?— cerré los puños y enfrenté al fortachón. James se interpuso entre ambos.
Tranquilízate, mi amor— dijo. Rodeó mi cintura y me plantó un beso en la mejilla. Se volvió al sujeto—, Disculpe a mi novia: se pone un poco furiosa cuando le dicen muñeca.
¿Este sujeto es tu novio?— preguntó el fortachón.
Claro— dije. Me paré en la punta de los cacos y di a James un beso en el pómulo. Le pellizqué el cachete—. No sé qué haría sin mi Jimmy.
El fortachón nos quedó mirando.
Vale, me convencieron— se movió de en medio—. Pasen antes de que me arrepienta.
Entramos al club.
¿Cómo que soy tu novia?— golpeé el pecho de James con la mano abierta—. ¡Casi me besas en la boca!
Tenía que improvisar— dijo él—. Casi te agarras a golpes con un sujeto diez veces más grande que tú.
No golpearía a una mujer.
Pero a mí sí.
Apenas escuché eso último. La música en el local estaba tan alta que te apuñalaba los tímpanos. Eso, sumado a la gente que empujaba por todas partes, y a las luces de colores que prendían y apagaban sin parar, contribuyó a marearme. Apreté la mano de James y dejé que me guiara por el local.
Seguimos hasta la pista de baile. James se rió de mí.
¿Por qué haces una reverencia?— preguntó.
¿Qué tiene?
Olvida las ceremonias de Dermorn. Tienes que soltar el cuerpo y dejarte llevar por la música—. James levantó los brazos y movió la cadera—. ¿Lo ves?
¿Qué te parece así?— subí los brazos y moví la cadera igual que él.
Perfecto…
Dejé que James me tomara de las manos y las sacudiera. Era un gran bailarín. Me dio vueltas y me llevó como quiso por la pista. Bailamos y reímos por más de una hora.
La profesora quiere volver a organizar otro torneo entre colegios— le dije a James. Salimos del baile y paseamos de regreso a la motocicleta. Cada uno abrazaba la cintura del otro.
¿Cuántos equipos les queda por vencer en la escuela?
Solo dos. Alison y yo estamos muy ilusionadas. Sería lindo participar en ese torneo…
Si tú y las chicas siguen jugando así, lo lograrán.
Es una lástima que no haga un torneo de baile— sonreí—. Entonces serías el ganador.
No es cierto, pero gracias— James dejó de caminar y me miró a los ojos—. Me divertí mucho bailando contigo.
Yo igual— dije. Estábamos justo ante la entrada de un callejón. James me tomó de las manos y nos internamos en él.
Madeleine— dijo, una vez ocultos del brillo del alumbrado público—. Tú me gustas.
Me sonrojé.
Lo dices como si no fuera obvio— dije.
¿Tengo alguna oportunidad contigo?
Solo si me besas ya.
James sonrió. Me envolvió la cintura y juntamos nuestros labios.

Gracias por leerme. Antes de despedirme, quiero contarles que la inspiración para escribir este capítulo me llegó mientras escuchaba una de mis canciones preferidas: 1973, de James Blunt. Abajo les dejo un enlace al All the lost souls, porque me encanta la versión del álbum. 1973 es la primera canción.


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viernes, 20 de marzo de 2015

El diario del escritor: El final


 
Hola ¿Cómo están? Hoy estoy feliz, porque hace unas horas terminé de escribir mi novela Laprincesa valiente. Claro que se trata de la primera versión, porque aun me queda corregir y pulir ese escrito, pero me siento como en una nube. Por eso, en esta entrada de El diario del escritor, quiero compartirles mis primeras impresiones al respecto.
Antes que nada, les cuento que escribir esta novela resultó más difícil de lo que esperaba. Para empezar, planeaba tener un borrador completo en unos tres meses, un borrador con al menos el doble de palabras. También imaginaba que la historia podía tener una continuación, que este sería solo el comienzo de una saga. Nada de ello ocurrió…
La novela me llevó un año entero acabarla, y el borrador tiene 53 mil palabras (unas doscientas páginas más o menos). Tampoco necesita una continuación. Pero lo más interesante, es que hace exactamente dos meses estuve a punto de abandonarla…
El número de páginas menor al esperado, se explica por la manera en que decidí encarar la narración de este libro. Una de las características de las novelas de Fantasía Épica, son las descripciones largas de los mundos ficticios donde acontecen. Pero yo no quería eso, porque si me ponía a describir castillos y artefactos mágicos, la historia de Madeleine se iba a perder. Además, ese fue de mis errores más graves cuando empecé a escribir. Perdía el tiempo describiendo lugares y no prestaba atención a lo que quería contar.
Ahora bien. Podría decir que si planeaba escribir cien mil palabras y escribí la mitad, la historia fue un fracaso. Sin embargo, lo corto cuesta más. Para mí es difícil pensar en “cuento”, por decirlo de alguna forma. Todas mis ideas siempre crecen para convertirse en la idea para una novela, y para mí la estructura de un cuento es demasiado pequeña. Como me cuesta pensar así, sé que es difícil.
La novela me llevó más tiempo escribirla porque, a pesar de su brevedad, la historia era más compleja de lo que me pareció al inicio. Eso me obligó a reescribirla varias veces. Cada unos capítulos regresaba al inicio y empezaba a escribirla de nuevo, agregando tres o cuatro capítulos cada vez. Esta modalidad de escritura, si bien fue efectiva, desgastó mi entusiasmo a pasos agigantados.
Eso me lleva a contarles por qué quise abandonarla. Ahora me doy cuenta de que se juntaron varios factores. El primero fue el desgaste: corregir errores en un libro sin terminar es muy engorroso y no se los recomiendo, salvo un caso especial. Otro fue el tiempo: pasaban las semanas y yo todavía estaba reescribiendo los capítulos creados un mes atrás. Tampoco le veía valor: gastaba mí tiempo escribiendo una novela de un género en el que experimentan miles de aspirantes. Pero había algo más…
En diciembre me propuse que, en cuanto iniciara el año nuevo, me podría 100% en buscar la manera de acabarlo. Lo que me irritaba era que sabía exacto cual debía ser el final de la novela, y conocía paso a paso los acontecimientos que me llevarían a este. Sin embargo, era encender la computadora, abrir el Word y… nada. Las ideas se esfumaban.
A mediados de enero, hacía semanas que no tocaba el libro. De hecho empecé a escribir otra historia, decidido a que La princesa valiente se quedaría juntando polvo hasta el fin de los días. Una mañana encendí la computadora, aburrido, cuando el puntero del mouse se paró encima del Word de la novela y lo abrió. Entonces me puse a leerlo y tuve la iluminación.
El problema es que, aunque sabía de memoria cual debía ser el final, este dependía de un detalle que no me convencía, uno que yo implanté en la historia. Digo implanté porque no hay otra forma de describirlo. Aunque yo lo asociaba con esta novela desde antes de escribirla, esta no me dio espacio para colocarlo de manera natural.
En cuanto lo supe, todo el entusiasmo por la novela volvió de un golpe. Ese mismo día escribí un capítulo nuevo. No obstante, existía miedo en mi interior, porque temí que ese entusiasmo se disolvería si no encontraba una forma de mantenerlo vivo. Esa herramienta, fue este blog. Al día siguiente tomé el primer capítulo de la novela y lo publiqué aquí, para saber opiniones y para obligarme. Si otras personas sabían de la novela y se entusiasmaban leyéndola, por mi honor de escritor tenía que darle un final.
Descubrir ese detalle, y el entusiasmo que renació, hicieron que ocurriera algo muy bonito. Los personajes no eran títeres míos, si no que reaccionaron como si fueran personas reales. Porque lo son. Sé que Madeleine está viva, porque ella me conto su historia y yo la pasé al Word. Me siento muy halagado de que me eligiera a mí para ello.
Gracias por leerme. Me emocionó mucho el final del libro y ya estoy ansioso por mostrárselos. Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

miércoles, 18 de marzo de 2015

Las mejores Piano Songs 2


Hola ¿Cómo están? Hoy quiero traerles una lista con Las mejores Piano Songs. Ya hice una sobre este tema, así que les recomiendo que la vean tocando aquí. Esta viene a ser la continuación.
Pero ¿Qué es una Piano Song? Son canciones en las que predomina el sonido del piano, o que no serían lo mismo sin este. No son específicamente lo que se le conoce como Piano Rock, donde la reina indiscutida es la banda Keane. Aclarado esto, los dejo con la lista. No están en orden de mejor a peor: es muy difícil ponerlas en un ranking, puesto que cada una es maravillosa por un motivo específico. Como siempre, la elección fue siguiendo mis gustos, sin tratar de influir ni despreciar a alguien.

  1. Closing time, de Semisonic
La melodía de piano es simple y queda relegada a segundo plano por la guitarra eléctrica, pero me encanta.


  1. Hold On, de DI-RECT
Esta la conozco hace poco. Por ahora es la única que me gusta de la banda.


  1. Just So, de Agnes Obel
Es una canción muy dulce. Me encanta. También son buenas Riverside y Aventine.


  1. Wings, de Birdy
El video está muy bueno. Esta artista me acompañó mucho cuando escribí mi primera novela. Sus canciones nunca faltaban en mis listas de reproducción.


  1. Need You Now, de Lady Antebellum
También me acompañó cuando escribí mi primera novela.


  1. Beautiful Disaster, de Jon McLaughlin
No sé si es la mejor canción de este artista, pero sí es mi favorita. La asocio mucho con Madeleine, la protagonista de mi novela La princesa valiente.


  1. Anywhere Place, de Katie Costello
Esta canción la reproduzco poco, pero cada vez que la oigo se me eriza la piel. ¿Les pasará lo mismo?


  1. Laughing With, de Regina Spektor
Misma historia que Birdy. Sus canciones me acompañaron cuando escribí mi primera novela. Esta en específico, inspiró una escena.


  1. Symphonie, de Silbermond
Esta canción está en alemán. Cada vez que la escucho, me siento transportado a las calles de Viena.


  1. Love Song, de Sara Bareilles
Es una canción que te sube al ánimo. El video es bastante divertido.



Hasta aquí la lista. Les recomiendo profundizar en el trabajo de estos artistas. Me limité a poner una canción de cada uno porque quería darles variedad. Yo estoy todo el tiempo buscando música nueva, y es lo que aprecio en este tipo de post.
¿Qué les pareció? ¿Cuáles son sus mejores Piano Songs? ¿Agregarían alguna a la lista? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

lunes, 16 de marzo de 2015

La fotografía



Hola ¿Cómo están? Antes de dejarlos con el capítulo diez de La princesa valiente, quiero contarles que el sábado volví a trabajar en la novela. Me puse a leerla a partir de este capítulo, y ya esa noche tuve la iluminación que necesitaba. Como saben, tuve que abandonarla un poco para ordenar las ideas. Ahora que lo veo todo claro, espero poder acabar con el libro esta misma semana. Sin más, los dejo con la lectura.

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La fotografía

Mañana es la boda de Gabrielle— comentó Lorena.
¿En serio? ¡Qué rápido pasa el tiempo!— exclamé. Esperaba la llegada de James, sentada en el mostrador de la librería—. ¿Crees que sea sensato enviarle mis felicitaciones?
No creo. Si le envías un mensaje, tu padre lo rastreará hasta aquí. Y si eso ocurre, no quiero estar en tus zapatos: hasta donde él sabe, estás escondida en algún sitio de Dermorn.
Lo sé…—. Las bodas me aburrían, pero, aunque Gabrielle y yo no éramos muy allegadas, me producía un raro vacío perderme la suya—. ¿Tú estás invitada?
No soy bienvenida en Dermorn ¿recuerdas?— Lorena sonrió—. Eso no significa que no tenga amigos allí. Catherine y Danielle son mis informantes más fieles en el reino.
Escuché el ruido de un motor y me volví. James me saludó desde la acera.
Es él— dije. Lorena me despidió con un beso.
Cuídate…
Salí de la tienda y subí a la motocicleta de James. Su casa apareció enseguida. Nos metimos por el caminillo de un jardín y paramos ante el porche de la casa. Marian nos recibió en la puerta.
Hola ¡Qué preciosa estás!— la saludé.
¿Te gusta?— la niña tomó un lado de su vestido azul y dio una vuelta.
Me encanta. Tienes buen gusto.
Siempre fue coqueta—. Una mujer se acercó y me saludó—. Me llamo Lilly: soy su mamá.
Es un placer. Yo soy…
Madeleine, lo sé. Marian me lo dijo.
James entró a la casa.
Qué olor tan rico, mamá— dijo—. ¿La cena está lista?
Solo los esperábamos— dijo Lilly—. Marian y yo pusimos la mesa.
Sin más, los cuatro nos reunimos en el comedor. El olor del cordero me hizo salivar. Estaba picado y fritado con cebollas, zanahorias y otras verduras, y cubierto con una capa de puré de patatas. Esta crujió cuando le clavé el tenedor. Luego de recibir mis alabanzas por la comida, Lilly me contó que era chef en un restaurante del distrito de Soho, cerca de Oxford Street.
Pero ustedes no son de aquí ¿verdad?
Lilly miró a James, indecisa.
Madeleine sabe que soy un caballero— dijo él. Su madre se sorprendió.
Yo vengo de Dermorn— dije—. Presencié el torneo que se organizó ante los muros de Camin Balduin el último verano.
¡Lo sabía!— exclamó Marian. Lilly sonrió.
Ya decía que tu acento era muy raro— dijo, y bajó la cabeza—. Tienes razón. Yo soy de aquí, pero mis hijos, no. Tampoco lo era su padre.
Lilly hizo silencio. Miré a James buscando una explicación, pero él evitó poner los ojos en mí. Como nadie habló, Marian me acribilló a preguntas sobre Dermorn. Le respondí con gusto, y cuando le conté de mi hermano, se puso colorada. Solo omití que ambos éramos príncipes y que mi padre era el rey.
Después de la cena, fuimos a la sala y me senté con James en el sofá. Su mamá se quedó en la cocina, lavando los platos y preparando té, y su hermana corrió a su habitación a buscar algo que quería mostrarme.
Disculpa si incomodé a tu familia— dije—. No fue mi intención...
No te preocupes— dijo James—. Es que el recuerdo de papá nos pone tristes a todos. Él murió antes de que naciera Marian.
Lo siento…
No lo sientas. Murió como un caballero, luchando por proteger a gente inocente.
¿También era caballero?
Era el señor de La Torre del Abismo, y fue un gran caballero. Siempre participó de torneos y ayudaba a la gente que lo necesitaba. Mamá es una de las tantas personas a las que rescató de una muerte segura: la salvó de ahogarse en un río.
Si tu familia tiene un castillo ¿por qué no viven en él?
Mi madre no soportó los recuerdos que le traían esas paredes. Cuando nació Marian, dejó el castillo al cuidado de Clive Ardream, el pupilo más fiel a mi padre, y nos trajo a vivir a Londres. Todos los veranos nos lleva para que visitemos nuestro legado y para que yo entrene para ser un caballero, igual que mi padre.
Entiendo…
Por eso les mentí sobre el torneo— James hablaba con la vista perdida en algún pensamiento doloroso—. Cuando llegó la invitación para el heredero del gran Joseph Grisham, supe que no podía decepcionarlas. Me coloqué la armadura de mi padre y partí a Dermorn junto a Clive Ardream y el resto de los caballeros invitados al torneo… Pero no pude regresar con ellos. No después de la manera en que perdí ante…
No terminó la frase. Acuné una de sus manos entre las mías y él me miró.
Se lo que es eso— dije—. Entiendo lo que es sentirse obligado a hacer algo solo por satisfacer a tu familia, solo para que tus padres estén orgullosos de ti.
Dices eso pero abandonaste tu reino a escondidas.
Lo hice porque me cansé de que la gente me diga como tengo que actuar, de que me obliguen a coser en vez de dejarme practicar con la espada, y de pasar el día entero encerrada en una torre. Quería ser libre para elegir, igual que cualquier mujer de este mundo.
James se rió.
Esta charla es de lo más rara ¿te das cuenta?
La princesa que quiere ser una chica común y el chico que quiere ser caballero…
Sonreí y me quedé mirándolo. Un destello son sobresaltó.
¡Marian!— exclamó James. La niña, todavía apoyada en el respaldo del otro sillón, soltó una risita.
¿No te gusta mi cámara de fotos?
Marian rodeó el sillón y me puso un papel negro en las manos. En un pestañeo, apareció una imagen de James y yo, tomados de la mano. Me sonrojé.
Eres una pilla ¿te lo han dicho?
Voy regalarte mi cámara— dijo ella—. Si alguna vez regresas a Dermorn, quiero que saques fotografías para mí.
La niña me dio la cámara y yo asentí.
Trato hecho.

Gracias por leerme. ¿Son de tomarse muchas fotografías? Yo no, pero es porque no tengo una cámara buena. Hace poco estuve leyendo sobre el tema y me parece un arte muy interesante. Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!