martes, 2 de junio de 2015

Temores


 
Hola ¿Cómo están? Les comparto el capítulo veintiuno de La princesa valiente. Espero que les guste.

21
Temores

Ojala pudiéramos quedarnos para siempre— dijo James, acariciándome el cabello. Las hojas del suelo crujieron cuando me volqué para mirarle la cara.
¿Aquí?— pregunté—. ¿En medio de la nada?
Así es.
Entonces puedes quedarte— dije. Me puse de pié y corrí entre los árboles. James se levantó del lecho donde descansábamos y me persiguió. El sol me encegueció al llegar al borde del río.
James me alcanzó.
¿Te cansaste?— preguntó. Me tomó de las manos.
Pensé que querías quedarte para siempre en el bosque— bromeé, mirándolo a los ojos, con mi frente apoyada en su frente. Él se rió.
Quería quedarme contigo, tonta— dijo. Acercó sus labios y me besó. Enredé mis dedos en su cabello, disfrutando del sabor que me inundaba la boca.
Un sonido nos sobresaltó.
¿Qué fue eso?— pregunté.
Ni idea— dijo James.
Volvió a oírse. Fue como si toda una bandada de pájaros aterrizara en la rama de un árbol, pero ningún canto flotó en el aire. James soltó mi mano y se acercó al borde del bosque. El sol destelló en su espada.
¡James!— El grito explotó en mi garganta. La mantícora se dejó caer y en menos de un parpadeo, James estaba tumbado bajo sus garras. El crujido de sus huesos fue tan espeluznante como la mancha roja que se filtró entre las hojas.
Caí de rodillas, incapaz de desviar la mirada del horror, de asimilar que la escena de muerte que estaba ante mis ojos, cuando el monstruo alzó la cabeza. El rostro de Darbious me dedicó una sonrisa antes de hablar.
¡Madeleine!— era una voz femenina—. ¡Despierta!
Alguien me sacudía los hombros. Abrí los ojos y quedé mirando de frente Bianca. La aparté de un empujón.
¡Aléjate de mí!— grité, cubriéndome la cara con la manta. La chica volvió a acercarse.
Tranquila, Madeleine: fue solo una pesadilla.
Eché un vistazo alrededor, a los arboles que se agitaban a la derecha, a las aguas del riachuelo que corría por mi izquierda: el sol de la tarde los teñía de un siniestro color sangre. Miré de nuevo a Bianca, arrodillada frente a mí, y me sonrojé.
Lo siento…— llevé una mano a mí frente. Un sudor helado me caía desde el cabello.
¿Quieres beber té?— ella me ofreció una taza y la acuné entre mis manos.
¿Encendiste fuego?
Si: necesitaba beber algo caliente.
No debiste hacerlo: es peligroso. Mi tía cree que alguien puede seguirnos el rastro.
¿Vas a regañarme o te tomarás el té?
Vale— le di un sorbo a la infusión. Miré a un costado y vi a mi tía, acurrucada entre un montón de mantas. Más allá, Oliver emitía un ronquido que casi opacaba el canto de las aves—. ¿Dónde está James?
Salió a dar una vuelta con mi hermano.
¿Una vuelta?— miré los grifos, acicalándose a pocos pasos de nosotras: estaban los siete.
Cosas de chicos. A Marcus le pareció ver el rastro de un ciervo y James lo acompañó de cacería.
No sabía que a tu hermano le gustaba cazar. No parece un chico tan de armas tomar.
No lo es. Lo hace por celos.
¿Celos? ¿De quién?
De Oliver. No soporta que me fije en él.
¿Y qué tiene que ver eso con la caza?
Quiere demostrarme que Oliver es un tonto, y cree que lo conseguirá si hace todo mejor que él.
¿Y lo lograría?
¡Por supuesto que no!— exclamó Bianca. Desvió la mirada para comprobar que su amado siguiera dormido—. Oliver es más que un chico valiente.
Se nota que estás enamorada de él— dije, y ella se sonrojó.
Si, puede ser…
Quise preguntarle si Oliver sabía de sus sentimientos, pero me pareció poco apropiado. Sacar el tema me hubiera obligado a confesar las sospechas de su hermano y no quería que se pelearan por mi culpa. Ya tenía suficientes problemas como para meterme entre Marcus, Bianca y Oliver.
¿Crees que cacen al ciervo?
Mi hermano no es tan bueno— Bianca sonrió—. Además, con los gritos que lanzaste recién, seguro que lo espantaste.
¿Gritos?
Mientras dormías. Por la manera en que dijiste el nombre de James, me figuro que no soñaste nada agradable.
Así fue— desvié la mirada, azorada al pensar cuanto de mi sueño se tradujo a través de mis labios. Pasó un minuto antes de que Bianca volviera a hablar.
¿Qué tal van las cosas entre él y tú?
¿A qué te refieres?
No soy tonta ¿sabes? Se nota que entre tú y James hay algo— Yo levanté las cejas y Bianca se rió—. Conozco a James lo suficiente para saber cuando está admirado con alguien, y lo está de ti, créeme.
Fruncí el ceño.
A veces me gustaría darle una bofetada y arrancarle todos esos sentimientos— dije—. No soporto que arriesgue tanto su vida por algo que no es suyo. Debería estar con su familia en vez de estar todo el día protegiéndome las espaldas.
Necesitas más que una bofetada para cambiar su comportamiento. Yo no lo conocí, pero dicen que su padre era igual, que no le importaba arriesgar todo por ayudar a otras personas. Seguro que a James le preocupa su familia, pero sabe que por ahora estará a salvo en La Torre del Abismo, y que tú eres la que corre un peligro más inminente.
Cuando libremos Dermorn de los Brendam, le permitiré a papá casarme con el primer tipo que se le cruce por la cabeza. ¡Quiero ahorrarme el dolor de cabeza de estar enamorada!


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