viernes, 27 de marzo de 2015

¿Cuántas páginas debe tener una novela?



Hola ¿Cómo están? El martes pasado empecé a leer Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell y recordé que quería hacer una entrada sobre el tema de la cantidad de páginas de una novela, porque ¿Cuánto es el ideal?
Siempre he escuchado que las editoriales en mi país no admiten libros que sobrepasen las doscientas páginas. Eso se debe a la relación costo-beneficio. Cuanto más largo el libro, más cuesta imprimirlo. Eso significa que el libro será más caro en el mercado, y eso, en Uruguay, es condenarse al fracaso. En mi país, la gente lee poco, y de ese poco de gente, solo una porción lee autores uruguayos.
Ese último es un tema que amerita una entrada propia, porque es un poco paradójico. Por ejemplo, yo no leo autores uruguayos. No porque en mi país no existan buenos escritores, sino porque las novelas que se publican rayan entre lo aburrido y lo conformista. ¿Qué fantasía hay en los contenedores que se desbordan de basura en cada esquina de Montevideo? ¿Se puede enamorar alguien en uno de los autobuses del transporte metropolitano, que más parecen camiones de ganado? Seguro que en mi país hay escritores que comparten esa visión y tienen ideas innovadoras; pero como son pocos los que leen autores uruguayos, los que tienen oportunidad de publicar son pocos, y estos están girando siempre en la misma idea de conformismo. Conformismo que aleja a muchos lectores de esos títulos, manteniendo el círculo en movimiento. Los únicos escritores uruguayos que proliferan, son los que escriben una entrevista a Mujica o los que cuentan su propia experiencia en el mundial de Sudáfrica 2010 (WTF?).
Pero dejando a un lado la crítica y volviendo al tema de la entrada de hoy, quiero decirles que el número de páginas en una novela me obsesionó por mucho tiempo. Yo siempre preferí la novela al cuento, y cuanto más paginas, mejor. Adoro esos libros con muchos personajes y en los que hay de todo: romance, acción, suspenso… Por eso, cuando empecé a escribir, soñaba con crear una novela que llegara a las seiscientas páginas. De hecho, todavía es una de mis metas. Pero no es algo que me quite el sueño.
Creo que es natural preocuparse por el número de páginas que escribes, pero no puede ser la prioridad del escritor. Un escritor tiene que contar algo, y el número de páginas o palabras (que es un método de medición más certero, puesto que el número de páginas puede variar según la edición que se le dé al texto), debería estar entre las inquietudes menos importantes, a la altura de el tipo de letra que usará en el procesador de texto (hubo un tiempo, cuando escribía la primera novela que terminé, que cambiaba la fuente cada vez que iniciaba un nuevo capítulo: era una forma de darle una pincelada distinta a la hora de la escritura).
Porque es así: si una historia es buena, un lector la apreciara tanto si tiene dos párrafos, como si ocupa un bloque de mil páginas.

Un ejemplo de que la brevedad no es mala:

El principito, de Antoine de Saint- Exupéry; es una historia profunda disfrazada de cuento infantil.



Un ejemplo de que mil páginas no asustan a un lector:

Tormenta de espadas, de George R.R. Martin; mi edición es enorme, tiene unas mil cien páginas (sin contar apéndices y mapas) y es el tercer volumen de una saga que por ahora tiene cinco libros. Sin embargo, yo no conozco a nadie que no haya terminado ese libro con el corazón en la boca, pidiendo conseguir el libro que le sigue.



Por supuesto, existen ejemplos de lo contrario: libros que son demasiado largos y libros que terminan antes de lo que deberían. Una bruja entre tinieblas y el tesoro del rey vampiro era un ejemplo de lo primero. Conseguí escribir cuatrocientas páginas, que habrían sido el doble si la hubiera terminado como esperaba, pero son páginas tan aburridas que ni yo mismo soy capaz de leerlas.
Hasta aquí la entrada de hoy. Quería hablarles de este tema porque el libro de Lo que el viento se llevó tiene casi mil páginas y ya estoy viendo que me tomará un mes acabarlo. No por esto, ni porque la historia sea aburrida (por ahora me está encantando), sino porque tiene letra ultra pequeña y siento que me voy a quedar bizco.
¿Están leyendo algún libro? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha ¡Nos vemos!

miércoles, 25 de marzo de 2015

5 Libros que no terminé de leer


Hola ¿Cómo están? Hoy voy a hablarles sobre libros que no pude terminar de leer. Creo que a todos nos ha pasado, que la lectura de un libro en específico se vuelve una carga. Por lo general trato de seguirlos aunque me duela, pero no siempre puedo. Eso no quiere decir que estos libros sean malos, o que no los recomiende. Pienso que son libros que no me llegaron en el momento adecuado. Los dejo con la lista.

  1. Crepúsculo, de Stephenie Meyer


Leí exactamente la mitad. En realidad no me resultó aburrido: lo abandoné por culpa de George R.R. Martin. Resulta que este libro lo empecé cuando acabé Choque de reyes, el segundo volumen de la saga Canción de hielo y fuego, y en cuanto conseguí Tormenta de espadas, lo abandoné. No fue el único, porque también estaba leyendo Corazón de tinta, de Cornelia Funke. La única diferencia es que Corazón de tinta lo leí completo a los pocos meses, mientras Crepúsculo me quedó para atrás.
El problema es que vi las primeras dos películas. La uno no estuvo mal, pero la segunda me pareció más de lo mismo, y eso me desalienta. Pensar en lo que son los personajes, o en lo materialista que me parece la historia por eso de que los vampiros conducen los automóviles más caros y viven en una mansión (o que, según narra el propio libro, Edward llega al colegio como alguien que acaba de filmar un comercial de champú) no me ayuda a decidirme. Aún así, me gustaría retomarlo en un futuro, porque siento que es un libro que debo leer. Por algo tiene tantos seguidores y, si bien puedo estar en desacuerdo con el mensaje, debe tener algún valor literario ¿no?

  1. Ángeles Negros, de Karleen Koen


Este libro ocurre en la época de la Restauración Inglesa. La verdad es que pensando en él, no sé por qué lo abandoné. Creo que fue porque venía de leer varios libros pesados, y necesitaba otro tipo de lectura. Este lo pedí en la biblioteca, así que puedo volver a tomarlo cualquier día de estos, y tal vez lo haga.

  1. Mi enemiga la reina, de Victoria Holt


Habla de la reina Isabel de Inglaterra. Es el libro que estaba leyendo hasta hace un par de semanas, y creo que tengo la misma excusa que para el anterior. No es un mal libro, pero la verdad es que tantas descripciones de vestidos y de fiestas de la realeza me exasperaron. Por lo general me gustan cuando son motor para algo más, pero me aburre cuando son el centro del asunto.

  1. El mensaje, de Nicholas Spark


A este libro también se lo conoce como El mensaje en la botella, y tengo entendido que hay una película protagonizada por Kevin Costner. La idea de la historia estaba interesante, pero no es un libro para mí. Me costaba encontrar algún punto de identificación con los personajes, y un día me dije “No puedo seguir leyendo esto”. Trata de una mujer que encuentra una carta romántica metida en una botella y arrojada al mar. Quizás lo retome en algún momento, pero no creo.

  1. La vida de Pi, de Yann Martel


Este libro tengo muchas ganas de leerlo, porque lo poco que leí me quedó grabado a fuego en la mente. La culpa de que no lo siguiera, es otra vez de George R.R. Martin. Después de Tormenta de espadas, me senté a leer La vida de Pi, pero en cuanto conseguí Festín de cuervos… Cuenta la historia de un muchacho que naufraga en una balsa con unos animales salvajes, entre ellos un tigre. Me gustaría retomarlo en un futuro, antes de que por algún motivo vea la película. Entonces será tarde.

Hasta aquí la lista. ¿Leyeron alguno de estos libros? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden seguirme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha ¡Nos vemos!

viernes, 20 de marzo de 2015

El diario del escritor: El final


 
Hola ¿Cómo están? Hoy estoy feliz, porque hace unas horas terminé de escribir mi novela Laprincesa valiente. Claro que se trata de la primera versión, porque aun me queda corregir y pulir ese escrito, pero me siento como en una nube. Por eso, en esta entrada de El diario del escritor, quiero compartirles mis primeras impresiones al respecto.
Antes que nada, les cuento que escribir esta novela resultó más difícil de lo que esperaba. Para empezar, planeaba tener un borrador completo en unos tres meses, un borrador con al menos el doble de palabras. También imaginaba que la historia podía tener una continuación, que este sería solo el comienzo de una saga. Nada de ello ocurrió…
La novela me llevó un año entero acabarla, y el borrador tiene 53 mil palabras (unas doscientas páginas más o menos). Tampoco necesita una continuación. Pero lo más interesante, es que hace exactamente dos meses estuve a punto de abandonarla…
El número de páginas menor al esperado, se explica por la manera en que decidí encarar la narración de este libro. Una de las características de las novelas de Fantasía Épica, son las descripciones largas de los mundos ficticios donde acontecen. Pero yo no quería eso, porque si me ponía a describir castillos y artefactos mágicos, la historia de Madeleine se iba a perder. Además, ese fue de mis errores más graves cuando empecé a escribir. Perdía el tiempo describiendo lugares y no prestaba atención a lo que quería contar.
Ahora bien. Podría decir que si planeaba escribir cien mil palabras y escribí la mitad, la historia fue un fracaso. Sin embargo, lo corto cuesta más. Para mí es difícil pensar en “cuento”, por decirlo de alguna forma. Todas mis ideas siempre crecen para convertirse en la idea para una novela, y para mí la estructura de un cuento es demasiado pequeña. Como me cuesta pensar así, sé que es difícil.
La novela me llevó más tiempo escribirla porque, a pesar de su brevedad, la historia era más compleja de lo que me pareció al inicio. Eso me obligó a reescribirla varias veces. Cada unos capítulos regresaba al inicio y empezaba a escribirla de nuevo, agregando tres o cuatro capítulos cada vez. Esta modalidad de escritura, si bien fue efectiva, desgastó mi entusiasmo a pasos agigantados.
Eso me lleva a contarles por qué quise abandonarla. Ahora me doy cuenta de que se juntaron varios factores. El primero fue el desgaste: corregir errores en un libro sin terminar es muy engorroso y no se los recomiendo, salvo un caso especial. Otro fue el tiempo: pasaban las semanas y yo todavía estaba reescribiendo los capítulos creados un mes atrás. Tampoco le veía valor: gastaba mí tiempo escribiendo una novela de un género en el que experimentan miles de aspirantes. Pero había algo más…
En diciembre me propuse que, en cuanto iniciara el año nuevo, me podría 100% en buscar la manera de acabarlo. Lo que me irritaba era que sabía exacto cual debía ser el final de la novela, y conocía paso a paso los acontecimientos que me llevarían a este. Sin embargo, era encender la computadora, abrir el Word y… nada. Las ideas se esfumaban.
A mediados de enero, hacía semanas que no tocaba el libro. De hecho empecé a escribir otra historia, decidido a que La princesa valiente se quedaría juntando polvo hasta el fin de los días. Una mañana encendí la computadora, aburrido, cuando el puntero del mouse se paró encima del Word de la novela y lo abrió. Entonces me puse a leerlo y tuve la iluminación.
El problema es que, aunque sabía de memoria cual debía ser el final, este dependía de un detalle que no me convencía, uno que yo implanté en la historia. Digo implanté porque no hay otra forma de describirlo. Aunque yo lo asociaba con esta novela desde antes de escribirla, esta no me dio espacio para colocarlo de manera natural.
En cuanto lo supe, todo el entusiasmo por la novela volvió de un golpe. Ese mismo día escribí un capítulo nuevo. No obstante, existía miedo en mi interior, porque temí que ese entusiasmo se disolvería si no encontraba una forma de mantenerlo vivo. Esa herramienta, fue este blog. Al día siguiente tomé el primer capítulo de la novela y lo publiqué aquí, para saber opiniones y para obligarme. Si otras personas sabían de la novela y se entusiasmaban leyéndola, por mi honor de escritor tenía que darle un final.
Descubrir ese detalle, y el entusiasmo que renació, hicieron que ocurriera algo muy bonito. Los personajes no eran títeres míos, si no que reaccionaron como si fueran personas reales. Porque lo son. Sé que Madeleine está viva, porque ella me conto su historia y yo la pasé al Word. Me siento muy halagado de que me eligiera a mí para ello.
Gracias por leerme. Me emocionó mucho el final del libro y ya estoy ansioso por mostrárselos. Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

miércoles, 18 de marzo de 2015

Las mejores Piano Songs 2


Hola ¿Cómo están? Hoy quiero traerles una lista con Las mejores Piano Songs. Ya hice una sobre este tema, así que les recomiendo que la vean tocando aquí. Esta viene a ser la continuación.
Pero ¿Qué es una Piano Song? Son canciones en las que predomina el sonido del piano, o que no serían lo mismo sin este. No son específicamente lo que se le conoce como Piano Rock, donde la reina indiscutida es la banda Keane. Aclarado esto, los dejo con la lista. No están en orden de mejor a peor: es muy difícil ponerlas en un ranking, puesto que cada una es maravillosa por un motivo específico. Como siempre, la elección fue siguiendo mis gustos, sin tratar de influir ni despreciar a alguien.

  1. Closing time, de Semisonic
La melodía de piano es simple y queda relegada a segundo plano por la guitarra eléctrica, pero me encanta.


  1. Hold On, de DI-RECT
Esta la conozco hace poco. Por ahora es la única que me gusta de la banda.


  1. Just So, de Agnes Obel
Es una canción muy dulce. Me encanta. También son buenas Riverside y Aventine.


  1. Wings, de Birdy
El video está muy bueno. Esta artista me acompañó mucho cuando escribí mi primera novela. Sus canciones nunca faltaban en mis listas de reproducción.


  1. Need You Now, de Lady Antebellum
También me acompañó cuando escribí mi primera novela.


  1. Beautiful Disaster, de Jon McLaughlin
No sé si es la mejor canción de este artista, pero sí es mi favorita. La asocio mucho con Madeleine, la protagonista de mi novela La princesa valiente.


  1. Anywhere Place, de Katie Costello
Esta canción la reproduzco poco, pero cada vez que la oigo se me eriza la piel. ¿Les pasará lo mismo?


  1. Laughing With, de Regina Spektor
Misma historia que Birdy. Sus canciones me acompañaron cuando escribí mi primera novela. Esta en específico, inspiró una escena.


  1. Symphonie, de Silbermond
Esta canción está en alemán. Cada vez que la escucho, me siento transportado a las calles de Viena.


  1. Love Song, de Sara Bareilles
Es una canción que te sube al ánimo. El video es bastante divertido.



Hasta aquí la lista. Les recomiendo profundizar en el trabajo de estos artistas. Me limité a poner una canción de cada uno porque quería darles variedad. Yo estoy todo el tiempo buscando música nueva, y es lo que aprecio en este tipo de post.
¿Qué les pareció? ¿Cuáles son sus mejores Piano Songs? ¿Agregarían alguna a la lista? Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. También pueden agregarme en Google+ o en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

viernes, 13 de marzo de 2015

El mejor y el peor


Hola ¿Cómo están? Hoy quiero hablarles sobre los libros que leí en las pasadas vacaciones de verano. No fueron tantos como me habría gustado, aunque sí estoy orgulloso de la variedad de géneros. La razón por la que leí menos de lo que esperaba, es que los libros que elegí eran más pesados de lo que parecían a simple vista. Además, en febrero tenía exámenes obligatorios de la UTU, y había mucho que estudiar…
Lo que más leí fueron historias sobre Sherlock Holmes, (Cuatro libros para ser exactos: tres recopilaciones de relatos y una novela corta). También leí romance, fantasía e historia. Pero mi intención no es mencionarlos todos, sino decirles, en mi opinión, cuál fue el mejor y cuál el peor.

Empiezo con el mejor:

El principito, de Antoine de Saint- Exupéry


Es un libro que me recomendaron mucho y que hace tiempo estaba en mi lista de futuras lecturas. Es tan corto que apenas tardé una hora en leerlo, pero valió la pena cada palabra. Es increíble como una historia de apariencia tan simple e inocente puede ser tan impactante. Me sentí un tonto por no haberlo leído antes. Para el que no lo sepa, el libro está narrado por un piloto de avión que se queda varado en medio del desierto, y que se encuentra con el misterioso personaje que da título a la historia. Lo más interesante es que el autor fue un piloto durante la Segunda Guerra Mundial, y, según tengo entendido, en una ocasión se perdió en pleno vuelo. Eso me da qué pensar…

Ahora es turno del peor:

El valle de las muñecas, de Jacqueline Susann

Cuando lo empecé no tenía idea de que se trataba. Me llamó la atención el titulo y tuve que leerlo. No lo juzgo porque sea una historia romántica, ni porque todos los personajes principales fueran mujeres. No fue un libro aburrido, ni el primero que leo sobre el género. Tampoco lo considero el peor porque no tuviera capítulos propiamente dichos (Se divide por etapas, haciendo diferencias entre la historia de cada personaje, y dentro de estas etapas hay divisiones marcadas por espacios en blanco), ni porque fuera un libro de seiscientas páginas apretado en cuatrocientas, cosa que me tomó por sorpresa. Lo considero el peor porque me dejó indiferente. Cuando lo acabé, sentí que había desperdiciado el tiempo que me tomó leerlo (que fue más del que esperaba). No digo que todos los libros que leo sean profundos y que me dejen un mensaje rebotando en la cabeza, pero hay libros que no cumplen esto y la historia de me queda grabada. El valle de las muñecas lo leí hace unas pocas semanas y ya ni me acuerdo del nombre de los personajes.
Ok. Voy a hacer memoria. El libro cuenta la historia de tres mujeres y su experiencia en el mundo de la fama. Hay romance, drogas, chicas lindas y millonarios. No hay más que eso. Si quieren leerlo, están en todo su derecho de hacerlo. Como dije, no es un libro aburrido. Pero no digan que no les advertí. El principito tiene más contenido en una página que El valle de las muñecas en cuatrocientas.

No me tomen tan enserio, y no se ofendan si sienten que me equivoco en mis opiniones. Es más, si discrepan con ellas, me gustaría que lo dijeran en los cometarios. Si les gustó el post, compártanlo. También pueden seguirme en Google+ o agregarme en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

miércoles, 11 de marzo de 2015

La chica perfecta


Hola ¿Cómo están? El lunes pasado estaba hojeando viejos Words en mi computadora, para ver si encontraba algo digno de publicarse aquí, cuando me topé con el archivo de la primera novela que empecé a escribir, y que nunca terminé. Esa novela se titulaba Una bruja entre tinieblas y el tesoro del rey vampiro, y hace un par de semanas les compartí una parte (toca aquí para verla). El titulo largo se debe a que yo imaginaba que podía escribir una saga, e incluso manejaba ideas para los siguientes libros, así como posibles títulos:
Una bruja entre tinieblas y El calabozo del dragón rojo (nótese como el subtitulo después de “y” recuerda a La cámara secreta)
Una bruja entre tinieblas y Las reliquias de la luz
Una bruja entre tinieblas y El retorno de la sombra
Una bruja entre tinieblas y La leyenda de Excalibur
Una bruja entre tinieblas y La batalla por Haifos Herdam

Las ideas para esas posibles novelas no estaban tan mal, porque se levantaron en una base que no existió cuando empecé a escribir la que sería la primera novela de esa saga. Cada una de esas etapas cumplía una función, hablaban sobre algo, mientras que la novela que sí estaba escribiendo, no.
El problema es que cuando empecé a escribir no tenía mucha idea de lo que hacía. Me limitaba a rellenar la libreta de palabras para resolver los problemas inmediatos a que se enfrentaban los personajes, sin pensar en lo que iba más allá. Para que tengan una idea, no fue hasta el capitulo diez que supe cual era el motor de la novela, ese misterio que llevaría a los personajes a una épica batalla contra las fuerzas del mal. Quizá no suene tan grave, pero esos primeros diez capítulos equivalen a cien mil palabras. Casi cuatrocientas páginas en este formato de letra, y casi el doble de palabras de lo que tendrá La princesa valiente cuando esté acabada. De hecho es el largo de la primera novela que terminé.
Pero ya me fui del tema. Cuando encontré el archivo, me puse a leer algunos fragmentos, para recordar lo que sentía o pensaba en aquel entonces. Los libros son como máquinas del tiempo y cuando los relees puedes transportarte al momento en que lo leíste la primera vez. Recuerdas donde lo hiciste y que pensabas entonces. Ese sentimiento es aún más poderoso cuando el libro que relees es de tu propia autoría, pero tiene una parte agria.
Tu prosa de años atrás no es lo que recordabas. Yo sabía que mi libro era malo, pero al leerlo me di cuenta de que era peor que eso. Era terrorífico. A continuación les dejo un párrafo que pertenecía al primer capítulo. Unas líneas antes, la protagonista vio a su enamorado besándose con otra.

Así, la chica más desdichada del mundo corría ahora sin descanso ni consuelo. Con un negro calzado deportivo que le cubría los tobillos, y unas medias blancas que ascendían por sus pantorrillas, sus pies oscilaban en un gracioso compás que marcaba el ritmo de la tristeza sin fin. Vestida con su uniforme del colegio, que estaba formado por una gris falda que ondeaba desde su cintura hasta un poco más arriba de sus rodillas y una camisa de color blanco, que en parte se ocultaba bajo una oscura chaqueta, ella sostenía con su mano derecha los tiros de su mochila que, apoyada sobre su hombro, se agitaba tras su espalda, mientras con la mano derecha trataba de limpiarse las lágrimas que empapaban su rostro. Lágrimas que brotaban de sus ojos color verde esmeralda, resbalaban por sus mejillas pálidas o entre algunas de las pecas que resaltaban en sus pómulos y en su pequeña nariz, e iban a parar junto a su boca, que, de unos carnosos labios, poseía un rojo natural muy intenso. Su pelirrojo cabello flotaba en el aire y ondulaba como si fuera una antorcha encendida mientras la imagen de Peter besando a Susan daba vueltas en su mente, y la hacía sentir desconcertada. Ni siquiera supo cómo llegó a su casa, y tampoco le importó en absoluto; lo único que hizo fue lanzarse boca abajo sobre un sillón de la sala y seguir con su penoso llanto.

Doscientas cuarenta palabras de aburrimiento… En aquel tiempo, cuando aún escribía la novela, era de mis escenas favoritas, y tiene su cabida si se la compara con algunas descripciones de los capítulos que siguen (el capítulo ocho contiene más de cinco mil palabras que describen a la protagonista moviéndose por los pasillos de un castillo). Ustedes sacarán sus conclusiones de por qué es mala, pero me gustaría compartirles las mías:
  1. Es una escena poco creíble: ¿Qué chica sale corriendo de esa forma después de ver a su enamorado besándose con otra? Podría entrar si ese chico fuera el novio de la protagonista, pero en este caso no era así. Él era su amor platónico.

  1. Demasiado perfecta: No me refiero a que esté bien escrita, si no que la chica es demasiado perfecta: ojos verde Esmeralda, labios de Un rojo natural muy intenso… Solo me falto decir que medía un metro ochenta y que tenía las medidas 90-60-90.

  1. Adjetivos por todas partes: no digo que usar adjetivos esté mal, pero a que ya saben que la protagonista esta triste sin que tenga que decirles que su llanto era Penoso.

  1. Largo e innecesario: En la historia se sabía que estaba en el colegio ¿para qué describir el uniforme si ya nos lo imaginamos? Si al principio de la historia dije que la protagonista era pelirroja y de ojos verdes ¿para qué volver a describirla? Además, quitando el hecho de que es una descripción muy Mary Sue, es inútil dar tantos detalles sobre el físico de un personaje. A las dos páginas el lector se olvida de la mayoría y se lo imagina como él quiere. (A mi me pasa con algunos libros).

Espero que les gustara la entrada de hoy. Me pareció interesante mostrarles mis errores al escribir, porque tal vez podría serles de utilidad. Si encuentran alguno de estos errores en sus escritos, traten de repararlos si pueden, pero no se obsesionen y mucho menos abandonen el lápiz por ello. Cometer errores al escribir es muy fácil, y lo mejor es dejarlos pasar hasta tener algo terminado. Con un “Fin” plasmado bajo un texto es más sencillo reparar y más difícil desesperar.
Comenten y, si les gustó el post, compártanlo. Pueden seguirme en Google+ o agregarme en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!

viernes, 6 de marzo de 2015

El diario del escritor: La idea


Hola ¿Cómo están? La tarde del domingo pasado estaba en mi casa, aburrido, tomando voluntad para hacer algo que diluyera ese sentimiento, cuando pasó algo que me hizo encender la computadora y escribir esta entrada de El diario del escritor.
Resulta que estaba cambiando canales en la televisión y me topé con la centésima retransmisión de la película El diario de la princesa. Si alguien no la vio, le cuento que es una cinta de Disney, protagonizada por una Anne Hattaway adolescente. Al inicio, ella es una chica normal que vive en San Francisco, hasta que descubre que es la princesa de un país europeo. A partir de ese instante, se muestran los intentos de transformarla en una dama, digna del título que acaba de recibir, y la lucha de la protagonista por conservar su personalidad.
Esta es una película muy importante para mí, y les cuento la razón. Hace exactamente dos años, una tarde de domingo similar, me senté a verla. La habían transmitido centenares de veces y nunca la vi, y como estaba aburrido dije “¿Por qué no?”
La abandoné a los pocos minutos. No por lo aburrida (que en mi opinión lo fue), sino porque me hizo pensar…
El problema de esa película es que se edifica encima de un cliché universal: la chica común que se convierte en princesa. Dicho de otro modo, una perdedora a la que nadie presta atención y qué, por arte de magia, termina viviendo el sueño de la mayoría de las mujeres. Ser linda, millonaria y ser deseada por todos los chicos musculosos que antes no le decían ni la hora.
Quizá la palabra cliché es muy dura. Llevada al sentido más simbólico, es una premisa con la que todos nos identificamos. Porque todos tenemos un príncipe o una princesa en nuestro interior. Todos somos bellos a nuestro modo, aunque no todas las personas que nos rodean son capaces de verlo. La vida es la búsqueda de nuestro propio reino, ese en el que podemos mostrar todo nuestro potencial.
Ok. ¿Y qué me dicen del sentido más mundano? ¿Por qué una chica tiene que usar fijador o depilarse las cejas para valer como mujer? ¿Es que las mujeres están obligadas a usar vestidos magníficos para sentirse hermosas? ¿Y por qué los hombres de esas historias tienen que ser musculosos y millonarios?
Si fuera mujer, me fastidiaría que me dijeran con quien tengo que casarme. Porque eso es algo que no piensan las chicas que sueñan con ser princesas. En la edad media, las mujeres se casaban con los hombres que le decía su padre. Es más, no valían nada como persona. Debían obedecer a su esposo de forma incondicional, y solo se las tenía en cuenta por su capacidad de engendrar hijos. Más encima, una mujer que era princesa, debía lucir perfecta. Cuerpo estilizado, vestidos y zapatos incómodos… ¿En serio me dicen que sueñan con eso?
Si ser una princesa es tan duro ¿Por qué soñar con ser una princesa? Lo más probable es que una princesa soñaría con ser una chica común, capaz de hacer todo lo que el protocolo no le permite…
Tal fue la cadena de pensamientos que se desarrolló en mi mente hace dos años. A su desenlace, corrí a buscar una libreta y a anotar ideas para la historia de una princesa que soñaba con ser una chica libre para elegir quién y cómo ser. Así nació la idea de escribir La princesa valiente.
Por supuesto, tuvo que pasar mucho tiempo hasta que me decidí a escribir la historia. Tampoco es la única premisa en la que se levanta, pero si fue la chispa que la hizo nacer.

Gracias por leerme. El tema de cómo aparecen las ideas es interesante y esta no será la única entrada que escribiré al respecto. Si les gustó el post, compártanlo. También pueden seguirme en Google+ y en Facebook. Los botones están a la derecha. ¡Nos vemos!