lunes, 18 de mayo de 2015

Voluntarios


 
Hola ¿Cómo están? Hoy les comparto el capítulo diecinueve de La princesa valiente. Espero que les guste.


19
Voluntarios

Te quitaste la venda— dijo James, cuando me reuní con él en el pasillo. Caminaba hacia el patio de armas.
Lorena dijo que ya no la necesito. Solo tengo una cicatriz aquí— metí los dedos entre mi cabello y la rocé. James dejó de caminar y se volvió hacia mí.
Madeleine— dijo—. ¿Todavía estás enojada conmigo?
¿Por lo del bosque?
Por eso y lo que pasó en La Torre del Abismo.
No— admití—. Pero no quiero hablar de eso ahora ¿vale?
Entiendo…
Olvidamos el suceso y continuamos por el pasillo. Si bien James aparecía en mis pensamientos desde que desperté en el camarote del barco, una turbia marea de miedos lo relegaba a un segundo lugar. Temía por mis padres y mi hermano, capturados por el rey Darbious, y el corazón se me retorcía de pena al entender que la boda de Gabrielle era un truco para invadir Dermorn.
Además, James pasaba demasiado tiempo ocupado luego de abandonar La Torre del Abismo. Era la primera vez que estábamos solos desde que intentó besarme en el bosque, y, como siempre que lo hacíamos pasaba algo malo, tal vez era bueno terminar con esa práctica.
James les ordenó a los suyos que se reunieran con él en el patio de armas. Cuando llegamos, nos esperaban de pie en una línea y mi tía estaba con ellos.
Nos paramos frente al grupo.
Señoras y señores, nuestra misión dio un giro inesperado— dijo James—. Lorena, Madeleine y yo tenemos que continuar solos.
¿Y qué pasará con nosotros?— preguntó Bianca.
Regresarán a La Torre del Abismo, sobre todo tú. Cuando tu padre sepa que te colaste en la compañía, se pondrá furioso.
Lorena me contó que la chica usó una pócima para dormir a una de las voluntarias del viaje. Ella se robó su ropa y la imitó todo lo que pudo, para que James no la enviara de vuelta a la torre. Cuando Ámbarin nos atacó en el bosque, la chica había llegado muy lejos, y la victima de la pócima recién despertaba de su sueño.
¿En verdad irá solo, mi señor?— preguntó Nelson.
Solo llevaré a un par de voluntarios.
Entonces tienes mi espada…
No, Nelson. Necesito que te unas a Clive y lo ayudes con los preparativos. Si tenemos éxito en nuestra misión, La Torre del Abismo tendrá que ir a la guerra.
Deseo ir con usted, señor— dijo Oliver. El joven dio un paso al frente, con la mano cerrada en la empuñadura de su espada. Bianca se paró junto a él.
Yo también— dijo. James frunció el ceño.
¿Tengo que atarte a un grifo para que cumplas mis órdenes?— preguntó.
¿Por qué desprecias mi ayuda?— dijo Bianca—. ¿Me discriminas por ser mujer?
James abrió la boca para decir algo, pero desistió en el acto. Se volvió hacia mí.
Decídelo tú— dijo—. Esta es tú misión.
Miré a la chica. Recordé lo que hizo por mí en el bosque y sentí que le debía un favor. Además ¿Quién le dio la pócima para dormir? No vi brujos en La Torre del Abismo.
Que venga…— dije. Bianca dio un saltito de alegría.
¡No!— Marcus, el hermano de la chica, se adelantó—. No la deje ir, mi señor.
Si ella quiere hacerlo, no está en mí detenerla— dijo James—. Madeleine y yo estamos en deuda con ella.
Entonces los acompañaré.
Bien ¡Vengan los dos!
James despidió al resto de la compañía y les deseó un buen viaje. Más tarde, los vi desde la ventana de mi habitación, alejándose al vuelo: solo seis permanecimos en Castelburgo. Al amanecer, nos embarcamos en el navío del capitán Jaques y partimos hacia Walm.


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