miércoles, 4 de marzo de 2015

Confundida


Hola ¿Cómo están? Como prometí, hoy va otro capítulo de La princesa valiente. Espero que les guste.


Capítulo 8
Confundida

— ¿Qué te parece?— me preguntó Alison. Salió del probador de la tienda con una minifalda rosa y una blusa a juego, mostrando su ombligo.
— Bien…— dije.
— ¿Bien?— Alison apoyó las manos en sus caderas—. ¿En qué piensas? Estás muy distraída.
Me sonrojé.
— Lo siento— parpadeé y recorrí  a mi amiga con la mirada—. ¿Qué clase de ropa es esa?
— ¿No te gusta?
— Pareces una de las amigas presumidas de Brittany…
— ¿Solo ellas tienen derecho a usar minifaldas? Tu misma estás usando una bastante corta.
— Lo sé— dije, alizando la prenda sobre mis muslos. Pero no es rosa chillón. Ese color no te queda bien.
— ¿Y qué me sugieres?
Alison y yo salimos de compras aquel sábado. Según Alison, yo tenía buen gusto para la ropa y quería que le pasara algo de ese conocimiento. Cuando le me preguntó de dónde saqué mi intuición, le dije que mis padres tenían una tienda de ropa en Glasgow. No le dije que en realidad, tal conocimiento provenía de años de lecciones de la señora Grislund. Al parecer, al contrario de lo que yo pensaba, su empeño en convertirme en una dama dio sus frutos.
Y fue un alivio salir de compras. Necesitaba borrar la locura del colegio de mi mente. Dos semanas bastaron para convencerme de que no era el mundo lleno de aventuras que imaginé. Lo único que conseguí fue aburrimiento y humillación.
Aburrimiento por las clases. Horas de historias de guerras sin sentido, pizarrones llenos de números y cuentas demasiado abstractos para servir de algo, y largas discusiones acerca de lo buena o mala que resultaba la sociedad del consumo. Nada sabían los profesores de biología sobre dragones o grifos, ni los de geografía sobre los reinos de Starivia y Sandmar.
Química era un problema aparte. Al inicio, prestaba atención esperando aprender a hacer pociones, como Lorena, pero el profesor de química se enojó tanto por mi discusión con James en clase, que me cargó de trabajo extra. Todavía trabajaba en un informe para él sobre la ley de conservación de la energía. No tenía nade que ver con la magia.
La humillación era sinónimo de Brittany. La chica nos tenía en la mira a Alison y a mí, siempre se buscaba tiempo para molestarnos. En la primera semana de clase, esparció por el colegio que Alison y yo teníamos una relación amorosa, rumor que siguió extendiéndose la segunda semana y que aún no veía cerca su extinción. Claro, como Alison y yo siempre andábamos juntas de aquí para allá, era difícil desmentirlo, y aunque nosotras hacíamos lo posible por no prestarle atención, las burlas nos rodeaban todo el tiempo.
Por si fuera poco, también estaba James Grisham. Me pasé la primera semana evitando cualquier contacto entre él y yo. Todos los días, James llegaba al salón y yo creaba una barrera de cabello, para no mirarlo. Lo ignoraba y él me ignoraba a mí. Cuando lo veía acercarse por el pasillo, me escondía tras cualquier puerta o me metía entre el grupo de personas más cercano. Gracias a lo primero, metí el pié dentro de un cubo de agua, en el armario del conserje, y lo otro no hizo más que empeorar mi reputación.
Perfecto. Además de gay, ahora me creían loca.
Me di una vuelta por la tienda, buscando algunas prendas para Alison, cuando apareció uno de mis tres fantasmas. Tuve el impulso de esconderme, pero era demasiado tarde.
— Hola, Madeleine— me saludó James—. ¿Qué haces aquí?
— ¿Me estás persiguiendo?— pregunté.
— ¿Otra vez con eso? ¿Crees que mi mundo gira en derredor tuyo?
— Hola— me saludó una niña. No tenía más de diez años—. ¿Tú eres la novia de James?
Me quedé colorada.
— Solo es una amiga— dijo James, sonriendo—. Madeleine, te presento a Marian: es mi hermana.
— Tú trabajas en la librería que está cerca de mi colegio ¿Verdad?
— Mi tía tiene una librería, sí…— respondí.
—Mamá y yo siempre vamos para ver las novedades— dijo Marian. Extendió una mano y la estrechó conmigo—. Es un placer conocerte.
— Lo mismo digo…
— La traje para que se compre un vestido nuevo— dijo James, apoyando su mano sobre el hombro de Marian.
— James prometió que me regalaría uno si ganaba el torneo— dijo ella.
— ¡Shhh!— fue turno de James para quedar colorado.
— ¿De verdad?— pregunté—. ¿Ya elegiste uno?
— Si, aquí está— la niña alzó el vestido frente a ella.
— Es precioso— dije—. Parecerás una reina.
— ¿Puedo probármelo, James?
— Claro…—dijo él. La niña se metió corriendo en uno de los probadores.
— ¿Le mentiste a tu hermana?— pregunté.
— ¿Qué querías que hiciera? Ella tenía mucha ilusión con todo el tema del torneo. Es una mentira piadosa.
— Entiendo…— me quedé mirando a James, sin saber que decir.
— ¿Estás sola?— preguntó él.
— No… Vine con Alison— la señalé. Di un paso atrás—. Si me disculpas, tengo que volver con ella. Está cambiando su guardarropa y quiere que le dé algunos consejos.
— Vale…— James se rascó la cabeza—. Gracias por seguir el juego… ya sabes… con Marian.
— Fue un placer: tu hermana es muy simpática…
Me di vuelta y caminé hacia Alison. Ella me esperaba con los brazos cruzados.
— ¿Por qué tardaste tanto?— preguntó.
— ¿Qué te parece si buscamos otra tienda?
— ¿Por qué?
— Luego te explico…— Volví la mirada a James. Se sentó frente a los vestidores y esperó a su hermana. Algo me presionó el pecho. Me sentí mal por enojarme con él.


Gracias por leerme. Si les gustó el post, compártanlo por la red usando los botones que aparecen abajo, o pueden seguirme en Google+ y en Facebook, tocando los botones que aparecen a la derecha. El lunes que viene va el capítulo que sigue, pero de todas maneras no olviden pasarse por aquí el viernes. Voy a publicar una entrada que está relacionada con esta novela y puede que les parezca interesante. ¡Nos vemos!

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