Hola ¿Cómo están?
Como prometí, hoy va otro capítulo de La princesa valiente. Espero que les
guste.
Capítulo 8
Confundida
— ¿Qué te parece?—
me preguntó Alison. Salió del probador de la tienda con una minifalda rosa y
una blusa a juego, mostrando su ombligo.
— Bien…— dije.
— ¿Bien?— Alison
apoyó las manos en sus caderas—. ¿En qué piensas? Estás muy distraída.
Me sonrojé.
— Lo siento—
parpadeé y recorrí a mi amiga con la
mirada—. ¿Qué clase de ropa es esa?
— ¿No te gusta?
— Pareces una de
las amigas presumidas de Brittany…
— ¿Solo ellas
tienen derecho a usar minifaldas? Tu misma estás usando una bastante corta.
— Lo sé— dije, alizando
la prenda sobre mis muslos—. Pero no es rosa chillón. Ese color no te queda
bien.
— ¿Y qué me
sugieres?
Alison y yo salimos
de compras aquel sábado. Según Alison, yo tenía buen gusto para la ropa y
quería que le pasara algo de ese conocimiento. Cuando le me preguntó de dónde
saqué mi intuición, le dije que mis padres tenían una tienda de ropa en
Glasgow. No le dije que en realidad, tal conocimiento provenía de años de
lecciones de la señora Grislund. Al parecer, al contrario de lo que yo pensaba,
su empeño en convertirme en una dama dio sus frutos.
Y fue un alivio
salir de compras. Necesitaba borrar la locura del colegio de mi mente. Dos
semanas bastaron para convencerme de que no era el mundo lleno de aventuras que
imaginé. Lo único que conseguí fue aburrimiento y humillación.
Aburrimiento por
las clases. Horas de historias de guerras sin sentido, pizarrones llenos de
números y cuentas demasiado abstractos para servir de algo, y largas
discusiones acerca de lo buena o mala que resultaba la sociedad del consumo.
Nada sabían los profesores de biología sobre dragones o grifos, ni los de
geografía sobre los reinos de Starivia y Sandmar.
Química era un
problema aparte. Al inicio, prestaba atención esperando aprender a hacer
pociones, como Lorena, pero el profesor de química se enojó tanto por mi
discusión con James en clase, que me cargó de trabajo extra. Todavía trabajaba
en un informe para él sobre la ley de conservación de la energía. No tenía nade
que ver con la magia.
La humillación era
sinónimo de Brittany. La chica nos tenía en la mira a Alison y a mí, siempre se
buscaba tiempo para molestarnos. En la primera semana de clase, esparció por el
colegio que Alison y yo teníamos una relación amorosa, rumor que siguió
extendiéndose la segunda semana y que aún no veía cerca su extinción. Claro,
como Alison y yo siempre andábamos juntas de aquí para allá, era difícil
desmentirlo, y aunque nosotras hacíamos lo posible por no prestarle atención,
las burlas nos rodeaban todo el tiempo.
Por si fuera poco,
también estaba James Grisham. Me pasé la primera semana evitando cualquier
contacto entre él y yo. Todos los días, James llegaba al salón y yo creaba una
barrera de cabello, para no mirarlo. Lo ignoraba y él me ignoraba a mí. Cuando
lo veía acercarse por el pasillo, me escondía tras cualquier puerta o me metía
entre el grupo de personas más cercano. Gracias a lo primero, metí el pié
dentro de un cubo de agua, en el armario del conserje, y lo otro no hizo más
que empeorar mi reputación.
Perfecto. Además de
gay, ahora me creían loca.
Me di una vuelta
por la tienda, buscando algunas prendas para Alison, cuando apareció uno de mis
tres fantasmas. Tuve el impulso de esconderme, pero era demasiado tarde.
— Hola, Madeleine—
me saludó James—. ¿Qué haces aquí?
— ¿Me estás
persiguiendo?— pregunté.
— ¿Otra vez con
eso? ¿Crees que mi mundo gira en derredor tuyo?
— Hola— me saludó
una niña. No tenía más de diez años—. ¿Tú eres la novia de James?
Me quedé colorada.
— Solo es una
amiga— dijo James, sonriendo—. Madeleine, te presento a Marian: es mi hermana.
— Tú trabajas en la
librería que está cerca de mi colegio ¿Verdad?
— Mi tía tiene una
librería, sí…— respondí.
—Mamá y yo siempre
vamos para ver las novedades— dijo Marian. Extendió una mano y la estrechó
conmigo—. Es un placer conocerte.
— Lo mismo digo…
— La traje para que
se compre un vestido nuevo— dijo James, apoyando su mano sobre el hombro de
Marian.
— James prometió
que me regalaría uno si ganaba el torneo— dijo ella.
— ¡Shhh!— fue turno
de James para quedar colorado.
— ¿De verdad?—
pregunté—. ¿Ya elegiste uno?
— Si, aquí está— la
niña alzó el vestido frente a ella.
— Es precioso—
dije—. Parecerás una reina.
— ¿Puedo
probármelo, James?
— Claro…—dijo él.
La niña se metió corriendo en uno de los probadores.
— ¿Le mentiste a tu
hermana?— pregunté.
— ¿Qué querías que
hiciera? Ella tenía mucha ilusión con todo el tema del torneo. Es una mentira
piadosa.
— Entiendo…— me
quedé mirando a James, sin saber que decir.
— ¿Estás sola?—
preguntó él.
— No… Vine con
Alison— la señalé. Di un paso atrás—. Si me disculpas, tengo que volver con
ella. Está cambiando su guardarropa y quiere que le dé algunos consejos.
— Vale…— James se
rascó la cabeza—. Gracias por seguir el juego… ya sabes… con Marian.
— Fue un placer: tu
hermana es muy simpática…
Me di vuelta y
caminé hacia Alison. Ella me esperaba con los brazos cruzados.
— ¿Por qué tardaste
tanto?— preguntó.
— ¿Qué te parece si
buscamos otra tienda?
— ¿Por qué?
— Luego te
explico…— Volví la mirada a James. Se sentó frente a los vestidores y esperó a
su hermana. Algo me presionó el pecho. Me sentí mal por enojarme con él.
Gracias por leerme.
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aparecen a la derecha. El lunes que viene va el capítulo que sigue, pero de
todas maneras no olviden pasarse por aquí el viernes. Voy a publicar una
entrada que está relacionada con esta novela y puede que les parezca
interesante. ¡Nos vemos!
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